Noches tormentosas sin dormir,
escuchando el zumbido de la televisión de fondo
mientras que las imágenes se reflejan con un flash sobre la retina del
ojo, mostrando lo vacío que se está en esa gran habitación en la cual la
oscuridad no hace otra cosa que ahogarnos, tal como lo hace un asmático cuando
busca desesperadamente su inhalador. Pero en este caso se sabe qué es lo que
podría relajar a esta bestia que se encuentra escondida en el interior,
necesita ser sedado para no cumplir con su función destructiva, aunque esa
contención conlleva una activación de un mecanismo autodestructivo que es
paulatino y silencioso, es solo una bomba de tiempo, que les va estallar en la
cara a todos, el problema es cómo manejarlo, cómo hacer para retrasar el reloj,
ya que parece que no hay manera de desactivarlo.
La desesperación y el cansancio, tratan de convencer a la
parte que aun se encuentra conciente de que se rinda y libere a la fiera, la
inquietud se siente en el ambiente, como cuando uno observa a un animal
enjaulado yendo de un extremo a otro, recorriendo cada rincón de su
confinamiento, la ansiedad no solo se ve en el movimiento, sino que el cuerpo
muestra los signos del agotamiento con el sudor y la pérdida de coherencia. De
esta forma solo parece ser que se necesita de un químico que entre al organismo
y lo intoxique para que no se produzca esa transformación violenta, ya que la
alternativa sería dejar salir al animal que se cansó de ser correcto y educado,
de seguir las reglas y el camino que se le han impuesto, el cual ha cuestionado
en su interior desde el primer momento en el cual ha tenido memoria, pero que
sin embargo siempre decidió evadir, conformando a todos, pensando que de ese
modo su vida sería más fácil. Haré lo que mi dueño me ordena, así tendré
comida, techo, y seguridad, moveré mi cola para hacerle saber cuan grandioso
es. Pero al final de cuentas, incluso la mascota más fiel muerde la mano de su
amo, es el simple reflejo de lo que todos ocultamos dentro, de lo que hemos
sepultado bien profundo cada minuto de nuestra vida, aunque deberíamos recordar
que los problemas nunca se van, solo resurgen en algún otro momento en el cual
parecemos tener todo bajo control. Esto es simple, la perfección no existe, es
solo una búsqueda por algo inexistente y utópico.
Muchas veces se puede apreciar esa incapacidad para
manejar la situación, el miedo por arruinarlo todo, más aún la sensación de que
todos capten la farsa que uno ha interpretado magistralmente por años, incluso
de una manera tan magnifica que logró llegar al autoengaño de que uno podía
cambiar, evolucionar desde el capullo hasta la mariposa increíbles con su
complejo matices de colores, pero la moraleja de la naturaleza se aplica a
nuestro ser, se será imponente para perecer rápidamente, nos convertiremos en
nada, un vacío incluso más profundo que el patético estado inicial que estábamos
tratando de evitar. ¿Qué se puede esperar cuando lo que uno hace es solamente
caer bruscamente en un espiral descendente de involución?. No queda mucho en
que pensar, escapar a ese mundo idílico donde todo es tal cual lo queremos,
algo así como si tuviésemos una máquina que entrelaza la líneas del tiempo y el
destino, y lo podemos moldear hacia donde deseemos, alterando todo hacia
nuestra voluntad, para alcanzar lo que creemos que es la felicidad. El problema
es cuando esta pseudo felicidad que por otro lado es artificial porque solo
vive en nuestra propia realidad virtual, tampoco cumple con su objetivo, y la
película que antes veíamos con claridad, ahora es borrosa y sin efecto de
contención a esas emociones encontradas y contradictorias. Se está a un paso
del desastre, y todas las ovejas están durmiendo en el paraje del lobo
hambriento que se haya merodeando.
No sé cual es la respuesta, desde que detecté este
monstruo en mi interior intenté encontrar la solución a la incógnita, muchas
veces pienso tener el resultado, pero al realizar la verificación encuentro
fallas en la resolución. Aún busco toparme con el resultado de mi acertijo,
pero sigo despertándome con una respiración descontrolada cuando logro
conciliar el sueño, es la bestia que trata de escapar mientras que mis defensas
están relajadas, aun sigo insatisfecha conmigo misma, viendo el mal camino
elegido, y dándome cuenta que los intentos de enderezarme han sido desviaciones
de esa misma ruta, que en algún momento retorna a su matriz de origen. Sé que
todo lo que me rodea, todo lo que hago, todo lo que soy no está bien. Evito
hacer lo que me llena, por conformar a los demás, si me rebelo todo se complica
por haber malcriado a los niños, y terminaría como los perros del Instituto
Pasteur a quien nadie reclama, y tarde o temprano terminan en el crematorio. Y
de esta manera llegamos al núcleo de mi problemática, lo que simplemente me
acorrala, como las hienas a su presa, es que a pesar de toda esta lucha,
siempre el punto parece ser la sedación de una forma u otra, la pasiva, o la
completamente activa y explicita, para ser más clara, o vivís en un mundo de
fantasía hasta que se derrumba como una torre de cartas, o te metes cuanto fármaco
te aguante el cuerpo, que en definitiva lleva a que la bestia sea un sonámbulo
con posibilidad de reaccionar, pero en sí ese camino lleva inevitablemente a la
destrucción. Entonces uno piensa, no existe manera de convivir con ese otro yo,
ese alter ego, que en sí puede ser la verdadera personalidad de uno. ¿Entonces
qué?, infelices, vacíos, e insatisfechos de por vida, sin nada que lo haga
sentir a uno realizado, sino más que nada quejándose por lo que no se pudo, por
lo perdido, concluyendo siempre en una eterna reflexión melancólica, que
conduce a una depresión y pesimismo constantes. Estoy harta de vivir así, y
nadie me puede decir que no lo intento, pero también me cansé de esas respuestas
que terminan siendo preguntas retóricas como la serpiente que muerde su propia
cola, atascados en un eterno infinito sin sentido. Creo que es muy obvio hacia
donde conduce todo, las destrucción con la muerte que conlleva sigue siendo una
opción, pero la mía, debido a que creo que nadie merece sufrir lo que mi Hyde
quiere liberar, ya que si eso sucedería, prepárense, porque Hiroshima y
Nagasaki quedarían como una anécdota tan insignificante similar a como se
aprecian las diminutas estrellas del firmamento ante nuestra capacidad visual.
Siento en mi pecho su presión que proviene desde mis
entrañas, quiere escapar, no soporta más esta prisión, y yo por mi lado no sé
si poseo la fuerza para contenerlo, y en ocasiones me tiento con liberarlo y
que satisfaga sus placeres. Después de todo, ¿cuántos podemos trascender a
nuestra muerte?, ¿cuántos podemos ser recordados por un período de tiempo
prolongado?. No voy a caer en la hipocresía de la eternidad, pero el destino
final es el mismo, ser el polvo y el abono para la tierra, la cuestión es ¿de
qué manera transcurrimos el tiempo, y acaso vale la pena hacerlo de la manera
en la cual lo realizamos?. Sé que no voy a trascender, y que tengo altas
probabilidades de ser recordada por muy pocos y por un tiempo no prolongado. El
sin sentido queda expresado en su extremo, y la pregunta es, por cuánto tiempo
más voy a sostenerlo.
Quizás deba hacerle caso a esa idea que revolotea en mi
mente, y decidir de una vez abrir la puerta a mi Hyde para dejarlo salir a
jugar por un rato.
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