Recuerdo vívidamente todo el día en el cual partiste físicamente de este mundo. Fue un Viernes hace ya 11 años. En realidad ese día comenzó lenta pero agónicamente tu paso a la inmortalidad que fue concretado la madrugada del día siguiente. Algo similar ocurrió con el procesamiento de las noticias y de lo que me sucedía durante toda esa jornada.
Era un Viernes otoñal, no muy frío pero con niebla. Raramente me desperté temprano, más extraño aun porque no tenía ningún compromiso como para realizar algo tan odioso como para no estar durmiendo, pero simplemente desperté sorpresivamente esa mañana; posteriormente sabría que cuando abrí mis ojos fue aproximadamente cuando te accidentaste.
Mi jornada prosiguió en cámara lenta, desayunando y decidiendo pagar mi curso de inglés de forma completa en el banco que está a unas veinte cuadras, todo el recorrido que hice caminando y con una sensación muy extraña en mí, la cual pensaba que era por despertarme en un horario atípico para mí. Luego compré un pantalón para el recital que tenia por la noche, pero ni siquiera auto congraciarme con el regalo hacia desaparecer esas mala sensación de mi... Claro está, al llegar la madrugada sabría porqué.
El día continuó, almorcé, intente dormir una siesta sin éxito (otra situación por fuera de lo normal) y a las cuatro de la tarde partí hacia la facultad, en donde tenía que cursar desde las cinco de la tarde hasta por lo menos las nueve y media de la noche. Transcurrieron las clases con su monotonía, pero uno parecía estar mirando una película donde uno mismo era testigo por fuera de lo que protagonizaba. El día de estudio terminó, me traslade al concierto, me encontré con amigos, pero la sensación era la misma, estar sentado en un lugar rodeado de gente pero sintiéndome sola, teniendo la sensación de que uno sobrevolaba el ambiente, que todo era una película de mala calidad.
Retorné a mi hogar alrededor de las dos de la madrugada, y antes de que transcurriera una hora más recibí la peor noticia de mi vida, te habías ido para siempre. Al comienzo no entendí cuando me lo dijeron, pregunté donde, hasta que se me explicó tu accidente, tu lucha por aferrarte con nosotros durante toda la jornada y cómo partiste, tan joven y con tantas promesas y aventuras por ser vividas. Quedé estupefacta, sin decir nada, recibí un mimo en mi espalda que fue frotada y me hallé sentada en la oscuridad mirando a la nada y allí lo comprendí finalmente, nunca más te iba a ver en este mundo, a compartir algo contigo, a divertirme realmente. La realidad me golpeó en el rostro y lloré desconsolada hasta que me dormí pensando que era una pesadilla.
A la mañana siguiente nada había desaparecido, la tristeza se había anclado en nuestras almas por haberte perdido. En ese momento caí en razón de que fui la ultima en la familia en enterarme aunque todo mi ser me lo expresó a gritos durante todo momento del día anterior. De todas formas, siempre vivirás en mí, hasta que perezca, no habrá una jornada en la cual no te recuerde y sonría por los buenos momentos y añore no tenerte a mi lado, por siempre hasta que nos reencontremos nuevamente.
Las líneas escritas no pretendieron ser una crónica del día más triste y desolador que he vivido, sin embargo quedó expresado de ese modo. La intención era descargar el vacío y la tristeza que uno experimento en paralelo al dolor que un ser querido experimentaba.
El dibujo a continuación es de mi autoría y dedicado a mi ángel blanco que me custodia hace ya 11 años.
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Angelo Bianco - Art By Legiondeby
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